Domingo de Ramos

Subimos las escaleras volando, como si fuéramos ángeles llevados por alas mágicas. Apenas notamos nuestros pies rozando el áspero suelo de piedra cuando de pronto nos encontramos con un espectáculo maravilloso. Ramas al viento moviéndose como si todo el aire del mundo se hubiera concentrado en esa explanada. Decenas y decenas de ramas y hojas de olivo, de laurel, palmas y palmones agitándose en el aire bajo un intenso cielo azul. Nos miramos fascinadas y sonreímos, nuestros labios sonríen, nuestros ojos sonríen, ¡hasta nuestras almas sonríen! Nos ha bastado un momento para entendernos, para saber que habíamos sintonizado la misma frecuencia, la frecuencia correcta, la TUYA. Y por un momento cierro los ojos y te imagino a Ti, abriéndote paso entre la multitud. El Rey de reyes montado encima de su borrico... TÚ, El que ama, El que sirve, ¡El que se da por los demás hasta morir! Tú, montado en un simple burro.

Ese fue el inicio de un día lleno de Ti. Un día para rezar, para cantar, para compartir y, sobretodo, para andar en Tú dirección. Un día con fuerza y plenitud. Al final del día, como respuesta a todo lo vivido, Te decimos "OK"(VALE, DE ACUERDO), Señor. Tú que estas en la cruz y que lo has entregado todo por nosotros, nos enseñas el camino que debemos seguir. Nosotras te elegimos a Ti. Queremos ser lagartijas de Tú cruz. Aferrarnos a Ti tan fuerte que jamás nada ni nadie nos pueda soltar. Y no dejar nunca de coger Tú mano pues sólo Tú puede guiarnos.


Y tú, ¿elijes a Cristo? ¿Eres lagartija de Su cruz?