¿Titiriteros?

Dios nos pone en el mundo por alguna razón, eso lo sé. Pero, la pregunta que nos hacemos todos al ser conscientes de ello es: ¿Cúal es esa razón tan importante?

A veces pienso que somos unas marionetas guiadas por cuerdecitas y que Dios es un titiritero... ¿Un titiritero bueno o malo? Dejémoslo simplemente en un titiritero que parece que a veces nos gaste bromas pesadas y que algunas otras nos ponga en la ola del mundo. Simplemente, un titiritero. ¿Nunca os habéis sentido así? ¿Nunca habéis tenido la sensación de que no sois dueños de vuestra propia vida?

Después reflexionas. Te haces algunas preguntas más. Lo piensas un poco y lo ves todo claro. ¿Dios, un titiritero? ¿para qué? ¿Qué gana Él? ¿Qué podemos aportar nosotros a un ser que es todo perfección? ¿Qué puede necesitar de Ti, de Mi? Y entonces lo ves claro... Dios no gana nada creándonos, no gana nada viendonos gozar o sufrir. Dios no es ningún titiritero.

En el espectáculo de la vida, nosotros no somos marionetas que otro (el Otro) maneja. En el espectáculo de la vida somos nosotros y sólo nosotros los que decidimos qué hacer y cómo actuar. Nadie nos mueve, nos gira, cuando le damos la espalda a alguno de nuestros hermanos. Nadie nos mueve un brazo con el simple rozar de un hilo cuando le tendemos la mano a algún otro.

Dios nos creó desde y para el amor. Y fue Él quien nos dio libre albedrío. Dios, el Padre, nuestro Padre, nos deja decidir y, pese a todas nuestras decisiones, nos ama.

Porque...

"El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. "

Carta de San Pablo a los Corintios 13,