
Otra vez nos envuelve el silencio. Ese silencio acogedor que tan sólo es interrumpido por el susurro del viento y el cantar de los pajaros. Igual que la primera vez. Tus ojos se fijaron en mi, y los míos... los míos hacía tiempo que te buscaban sin descanso. Sólo una mirada, tan solo una palabra bastó para que me tomarás de la mano e iniciasemos así la maravillosa aventura de una vida en común.
Una aventura con tramos en la oscuridad. Tramos en los que no tenemos otra compañía que las sombras de los arboles a la luz de la luna... Una aventura con tramos llanos. Tramos en los que, demasiado absorta en mis propios pensamientos, no atendí a ninguna de tus caricias. Una aventura con parajes deliciosos repletos de explosiones de color... ¡Y en ninguno de estos tramos te alejabas de mi lado!
Tantas veces te fallé y nunca volviste la espalda. Lo cierto es que yo ya no sé vivir si no es contigo. Tu Amor es el descanso en mi fatiga, es la fuerza en mi debilidad, es la luz en mi oscuridad.
Gracias por iluminarme el camino, siguiéndolo conmigo.
A. V.
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